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EL REINO ES UN GRAN BANQUETE DE BODAS

  • seminariomayortuxp
  • 14 oct 2017
  • 4 Min. de lectura

Is 25, 6-10; Sal 22; Flp 4, 12-14.19-20; Mt 22, 1-14

XXVIII domingo del tiempo ordinario, Ciclo A

15 de octubre de 2017

El reino es…

Jesús como el Hijo de Dios ha venido a revelarnos como es el Padre. Ha venido a traernos la salvación. Ha venido a mostrarnos la vida intra-divina; para ello su presencia, su mensaje, sus signos, gestos, palabras, silencios y todo su ser tiene como fin llevarnos al Reino de su Padre, que es un reino de paz, justicia y amor.

Para cautivarnos nos ha dicho con diversas parábolas que el reino es… semejante a un sembrador, al trigo (cizaña), grano de mostaza, levadura, tesoro, perla fina y a una red. Y, también a una viña (obreros, los dos hijos y los viñadores homicidas). Ha usado este lenguaje coloquial precisamente para entender que es el Reino y ser partícipe de él.

Ahora. El evangelio nos describe el Reino, como si fuera un banquete; pero no cualquier banquete, sino “un gran banquete”, similar a una boda.

Soy invitado al gran banquete de bodas.

La parábola contiene diversos personajes, los cuales describen una función y una realidad, a saber:

El Rey, es Dios. Él te hace la invitación para que participes de una gran alegría. Él ha preparado con esmero, delicadeza, ternura y amor una fiesta para ti. Te ha invitado a ella. Es un rey generoso y anhela ver a todos en ese gran banquete.

El banquete de bodas, es la felicidad mesiánica, ya que el Hijo del Rey es el Mesías. El banquete de bodas es la participación espléndida de la generosidad del Rey, que tiene dos connotaciones: En primer lugar, un referente inmediato es la Eucaristía, degustación del Cuerpo y Sangre del Señor en comunión con los diversos hermanos de fe: En segundo lugar, se refiere al banquete celestial; a la fiesta eterna, degustando de las delicias de Dios de forma perenne. La boda es la alianza definitiva de un amor temporal terreno entre el ser humano y su Creador. Como sello definitivo de ese amor desmesurado que se prolonga y se ratifica en la alianza eterna. Premio de una fidelidad a su Señor.

Los enviados, son los profetas y los apóstoles. En todos los tiempos, lugares y circunstancias de la vida, ha enviado Dios a sus servidores para que salgan por todo el mundo para llamar a todos los invitados para que sean partícipes de este gran banquete (Dios mismo). Tú también eres uno de sus servidores y te debes de sentir contento al colaborar con Él y salir a invitar a otros hermanos.

Los invitados que hacen caso omiso de la fiesta y que los ultrajan, son los judíos. Efectivamente, los judíos (escribas, fariseos, sumos sacerdotes, poder político, etc.) son los primeros que han rechazado la invitación del banquete en honor al Hijo de Dios. Por otra parte, cada persona es llamada, invitada, es tomada en cuenta de manera personal para participar de esta alianza nupcial; sin embargo, la ignorancia, los placeres de esta vida y los trabajos sin razón hacen que tal invitación sea rechazada. Ni siquiera me di la oportunidad de echar un vistazo a tal fiesta para saborear las delicias del Señor, Sin embargo, el Rey no te guarda rencor, es misericordioso y está esperando que esta respuesta negativa se convierta en un “si” y te da la oportunidad de la conversión.

Los que son llamados por los caminos son los pecadores y los paganos. Dios (Rey) ha invitado a todos; unos tajantemente lo han rechazado y otros de primer momento, por ciertas circunstancias socio-religiosas y de otra índole; no se han sentido invitados. No obstante, ante este rechazo, pero sobre todo por el amor (gratuidad) del Rey, la invitación se hace extensiva y los que no se sentían dignos de tal fiesta; ahora ocupan un lugar principal porque han aceptado libre, generosa, responsable, etc. tal invitación y no la van a despreciar jamás. Éstos, ya han dejado su vestimenta (trapos viejos -sucios-) y se han revestido de la gracia del Señor.

Traje de fiesta, es aquel que responde desde la fe a tal invitación y se hace acompañar por obras de justicia. Siempre que se participa de una fiesta, los invitados están muy preocupados por cómo van a ir vestidos principalmente las mujeres. Ellas son el modelo perfecto para entender que no se puede ir de cualquier manera a una fiesta. Con mayor razón si se trata de la Eucaristía y más aún si trata del banquete eterno hay que llevar el vestido de fiesta. Este traje es la gracia que sólo Dios da. Dicha gracia es el esplendor de Dios en la vida de cada uno y que se reflejada en obras.

El incendio, es la ruina de Jerusalén, que hace también alusión al juicio final. El signo más palpable del rechazo a Jesús fue la destrucción del Templo (año 70). El cual sirve de signo para hablar de la destrucción del ser humano cuando éste pretende vivir sin Dios y lo rechaza tajantemente. Más aún, la vivencia aquí y ahora tiene su repercusión definitiva, que consiste en verse privados de manera definitiva del banquete eterno y ser arrojados a un estado de vida de condenación eterna, que cada ser ha preparado por sí mismo. 

Pbro. Gilberto Lorenzana González Diócesis de Tuxpan



 
 
 

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